¿Por qué tendría yo que recordarte en estos días?
Dicen que el tiempo lo sana todo y yo estoy sano
y tú estas sana allá en tu orilla.
¿Cómo despiertas evidente y sin aviso?
¿Cómo estalla tu nombre en mis labios torpemente?
Debo haber perdido la práctica al decirlo.
Así estás otra vez como una ola de silencio,
como un fantasma atravesando las paredes
y burlando las leyes de la costumbre.
Sólo se me ocurre una sonrisa, no tengo más;
después de todo me complaces nuevamente,
no me abrazas, pero ni que hiciera falta,
puedo soportarlo, ¿quién no soporta un instante?