Un día prometí no volver a recordarte,
enterrarte para siempre en una fosa de mi memoria
y toda una mañana fuiste prisionera de mi olvido
y te supe desterrada para siempre de mi historia.
El mediodía llegó con su sol perpendicular
y yo sonreí gozoso de poder no recordar.
Disfrute aquellos momentos victoriosos en la orilla
y me respiré el salitre como quien repira el mar.
Me libré de la agonía de encontrarte en nuestras ruinas;
vi derrumbado nuestro tiempo, nuestras palabras,
y en verdad creí ser libre de la magia de tu aliento
y del rastro que dejaste abrazando mis silencios.
Hasta que llegó la tarde y no fue más que un instante
desafiante, soberbio, claro y minúsculo,
en que al mirar al horizonte me di cuenta, derrotado,
que olvidarte no es posible, que tú eras el crepúsculo.
Ese adelantarse al tiempo, ese amanecer con su nombre, ese no-olvido...
Placer visitarte.
Te dejo un abrazo.
Alicia
Una bonita forma de aceptar una derrota. Ha sido interesante pasar por aquí a donde volveré sin duda. Saludos.
Linda y tierna salida. Soy zimapense de sangre, corazón y vida... pero tengo una curiosidad, por que compusiste esa hermosa poesia con la que describes con exactitud mi pueblo? ...y practicamente parte de mi vida?