Él es un hombre común,
comúnmente común como un sorbo de agua,
como una memoria que es mujer por defecto,
como el grito del sol cuando amanece.
Es un hombre que se detiene sorprendido
ante el canto ordinario de las aves,
ante la diana del reloj que lo devuelve
y él, entonces, besa la ventana con los ojos
y la noche hace silencio para siempre.
Es un individuo simple que pretende
tercamente algunos sueños
aún sabiendo que no es cierta esa palabra,
que jamás serán salvados de su silla
esos pobres prisioneros del deseo.
Él es un hombre que ama a su mujer
y también a la del prójimo,
y ama al prójimo calzando sus zapatos
aunque el prójimo no alcance a comprender.
Él un día sorprendió a la madrugada
rugiendo, peligrosamente cierta,
y aprendió a sostenerla con sus manos
aliviándose con sombras los segundos.
Es un tipo en busca de una muerte segura,
de esas muertes que se mueren a salvo de la esperanza,
sin azares, degustando la luz del día,
lengua atada al sabor de la inocencia
gastada por exceso de uso.
Él es un hombre frágilmente feliz.
comúnmente común como un sorbo de agua,
como una memoria que es mujer por defecto,
como el grito del sol cuando amanece.
Es un hombre que se detiene sorprendido
ante el canto ordinario de las aves,
ante la diana del reloj que lo devuelve
y él, entonces, besa la ventana con los ojos
y la noche hace silencio para siempre.
Es un individuo simple que pretende
tercamente algunos sueños
aún sabiendo que no es cierta esa palabra,
que jamás serán salvados de su silla
esos pobres prisioneros del deseo.
Él es un hombre que ama a su mujer
y también a la del prójimo,
y ama al prójimo calzando sus zapatos
aunque el prójimo no alcance a comprender.
Él un día sorprendió a la madrugada
rugiendo, peligrosamente cierta,
y aprendió a sostenerla con sus manos
aliviándose con sombras los segundos.
Es un tipo en busca de una muerte segura,
de esas muertes que se mueren a salvo de la esperanza,
sin azares, degustando la luz del día,
lengua atada al sabor de la inocencia
gastada por exceso de uso.
Él es un hombre frágilmente feliz.
Hermoso poema! El no es un hombre como todos nosotros, sino como deberíamos serlo... tal vez más comunes.
Saludos!
Harold siempre tiene la palabra perfecta.
Añado: un hombre común
como una memoria que es mujer por defecto...
Kuban, tus versos sorprenden e impactan.
El giro del final, obviamente merece aplausos.
Un gran abrazo,
con mi admiración eterna.
SIL
...como pocos!!!!
un abrazo
La fragilidad de tu estado es lo que te hace escribir así.
Intenso y hermoso, muy hermoso, Kuban
Gracias
Besos
Ío
Un hombre que pretende ser feliz ya es un hombre feliz. La felicidad está en el camino por conseguirla.
Felices días, amigo.
Como siempre, un magistral escrito que me arranca una sonrisa
Un Abrazo!
Que genial. Que bien escribes
El es un hombre fragilmente féliz.
Que bonito.
Encantadade conocerte. Un abrazo
Y nada como ser COMUN para ser feliz entregar lo mejor de su interior.
Un abrazo hermosos versos