
Se destempla el devenir
en las alas del tiempo.
Llegué a creer en la eternidad,
en las ramas de los árboles,
en las piedras.
Empecé a morir desde el principio,
desde la primera célula crepitante,
pero preferí ignorar la inclemencia del misterio,
preferí vivir sin el defecto de la muerte.
Ya es hora de aceptarlo:
he muerto tantas veces
que una más es sólo porfía;
mientras tanto viviré.